Tres claves para gestionar el miedo

“Neutralizamos el miedo al futuro con la fuerza del presente”.

Marcelo Antoni

 

El miedo es una emoción necesaria para nuestra supervivencia y es fruto de la evolución. Existe un miedo primario, propio de los mamíferos, que se describe como una sensación de alerta que te avisa de un posible peligro. Te pone en situación de lucha, de huida o de parálisis.

Sin embargo, existe un miedo que no es natural, está asociado con algo que no es un peligro ni amenaza concreta. Te imaginas amenazas futuras e hipotéticas. Este miedo te puede paralizar y limitar.

Cómo dice Antoni[1], “el miedo es una de las emociones que pueden llamarse de recogimiento, de contracción, de repliegue”.

El miedo, como emoción, te da información y puede ser tu aliado. Te informa sobre la situación, te pone en alerta sobre un riesgo y te ayuda a cambiar tu percepción.

El miedo cumple una función fundamental: te permite tomar conciencia sobre un posible daño que puedes recibir. Es decir, el miedo “cumple una función reguladora en el plano especialmente de la conservación”. El miedo no solo te aleja de un peligro concreto, sino también de uno futuro imaginario. Te hace ser prudente, te cuida.

¿A que le tienes miedo?

El miedo no es en sí mismo ni bueno ni malo. No es una emoción negativa ni está mal sentir miedo.

Puedes sentir miedo a recibir un daño, a perder algo que ya tienes, o a no poder conseguir lo que pretendes. Puedes tener miedo a lo que está por venir, a lo que puede pasar. Además, miedo a equivocarte, a no hacerlo bien en el futuro. También, sientes miedo a hacer daño a otra persona.

¿Cómo podemos gestionar el miedo? Tres claves para su gestión

Como expresa Antoni, el miedo está relacionado con “cómo gestionas lo que piensas que puede suceder”: Del cómo reaccionas y cuál es tu actitud, dependerá tu manejo.

  1. Lo primero es reconocer que sientes miedo, permitirte darte cuenta de lo que estas sintiendo, sin bloquearte o huir. Reconocer si te estas contrayendo, volviéndote pequeño; pon atención en tu cuerpo, cual es la manifestación somática. Al reconocer a qué tienes miedo, te puedes relacionar con éste.
  2. Luego sopesa si es proporcional a la realidad o estas siendo un miedo desmesurado. Reconoce cuál es tu temor, qué piensas que va a suceder, cuál es el peligro. Si es un miedo real, es ver cómo te puedes defender. Y si es ficticio, encuentra la emoción adecuada para esto que estas sintiendo y relativízalo.
  3. Otra forma de gestionar el miedo de un modo sencillo es con la respiración diafragmática, como una manera de influir en tu cuerpo y tranquilizarlo. También puedes aprender a conectarte con el presente; una forma de practicarlo es a través de la meditación, de conectar con tu cuerpo y con tu respiración para aquietar tu mente, tranquilizarla.

[1] Antoni, Marcelo y J. Zentner. “Las cuatro emociones básicas”.  Barcelona: Editorial Herder. 2014.

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