“La función de las emociones es proporcionar orientación para la acción”[1]
Marcelo Antoni
Las emociones son un aviso de lo que te está pasando, información de lo que sientes y vives en el momento, una reacción al estímulo que recibes del entorno.
Cuando interactúas con alguien o con algo, se desencadena una emoción que se registra en tres niveles: corporal, emocional y cognitivo. A nivel corporal, la emoción se manifiesta en el cuerpo en forma de sensación física; a nivel emocional, en forma de dos emociones y a nivel cognitivo, en lo que te dices internamente al sentir lo que estas sintiendo.
Por esto, cuando entras en contacto con la sensación en tu cuerpo, le pones nombre a la emoción, eres consciente del impulso que te lleva a la acción, puedes reconocer y gestionar dicha emoción. Cuando tomas conciencia de la emoción, ésta se transforma en sentimiento.
No todos reaccionamos de la misma manera antes las situaciones o los hechos. Depende de nuestras experiencias anteriores, de nuestra interpretación de la realidad y de la intensidad con que la vivimos. Nuestro nivel de intensidad será según el grado de amenaza que percibamos respecto a nuestro bienestar.
Por lo tanto, las emociones son una respuesta adaptativa de nuestro organismo al entorno, evitan el malestar y desequilibrio emocional. Las emociones necesitan ser atendidas, para ello es esencial permitirnos sentirlas, validar lo que está sucediendo en nuestro interior. Conocer su función y reconocerla es fundamental para conocernos a nosotros mismos, actuar y tomar las decisiones adecuadas.
Ahora bien, existen cuatro emociones básicas, en la medida que son vivencias internas comunes a las personas y que juegan un papel esencial en desarrollo personal. Dichas emociones básicas son el miedo, la rabia, la alegría y la tristeza. El miedo primario nos lleva a reaccionar ante una situación de peligro, en posición de lucha, huida o parálisis. Con la rabia conectamos con la energía, el estar alerta y nos prepara para el ataque o la huida. La alegría nos da más serenidad y estabilidad en los pensamientos; una sensación de bienestar, de satisfacción y plenitud. Y finalmente, la tristeza ayuda a adaptarnos a una pérdida significativa, sentimos un descenso de la energía y, por tanto, de la actividad o las ganas de hacer cosas.
¿Cómo podemos gestionar adecuadamente las emociones?
A continuación, te dejo algunas claves para gestionar y reconocer tus emociones:
- Escucha las emociones
Escucha tus emociones a través de tus sensaciones en el cuerpo, de tu diálogo interno. El escuchar tus emociones te ayuda a poner tu atención en lo necesario, a identificar, sentir y expresar dichas emociones. Escuchar la emoción ayuda a entender su significado, y te facilita información para orientar tus sentimientos y comportamientos.
- Acepta las emociones
Independientemente si es una emoción positiva o negativa, las emociones son fundamentales para nuestro equilibrio y bienestar personal. Las emociones negativas nos enseñan igualmente, por esto, es necesario no evitarlas, sentirla o reconocer su justa respuesta.
- Se consciente del “piloto automático”
Cuando sientas una emoción intensa, antes de reaccionar, se consciente de la manera mecánica que tiene tu pensamiento de interpretar lo que estas viviendo, de cuál es el filtro que colocas a la realidad. Y por esto, antes de responder desde los patrones conocidos, crea un vacío entre el estímulo y la respuesta, para elaborar otra respuesta desde la consciencia, sin llegar a generar más dolor con tus palabras.
- Respira, relájate
Antes de responder automáticamente, respira, toma consciencia, relájate, medita, suelta el estrés o la emoción que te genera lo que estas viviendo. Se consciente de tu pensamiento, de tu diálogo interno y reoriéntalo con la respiración hacia un pensamiento más positivo. Escucha música, haz todo lo necesario para calmarte y relajar tu estado de ánimo y soltar las emociones cuando sea necesario.
[1] Antoni, Marcelo y J. Zentner. “Las cuatro emociones básicas”. Barcelona: Editorial Herder. 2014.